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Sitios del Movimiento de Los Focolares
Deseamos dar y recibir (sí, aun inconscientemente, deseamos dar) para satisfacer nuestras necesidades, ya sean éstas de tipo material, emocional, psicológico o espiritual. Pagamos con dinero, con atenciones, con halagos, con regalos o con nuestro tiempo porque queremos poseer algo, o a alguien, en la creencia de que al conseguirlo nos sentiremos felices. Y sin
Las alegrías más grandes que unen a un país suelen adjudicarse a los triunfos deportivos. Generan una pasión compartida y unen a personas que en otros ámbitos (el político, el social, el religioso…) se ubican en veredas distintas. Y las derrotas también pueden influir en el estado de ánimo de una comunidad, también lo hemos experimentado.
Por: Juan Pablo Pérez Tomalá y Mario M. CaballeroLas divisiones están creciendo cada vez más en el mundo. Somos testigos de todo tipo de fracturas sociales, políticas y económicas. Entre naciones, comunidades o individuos vemos que las diferencias han cobrado mayor protagonismo que las coincidencias y se utilizan para polarizar posiciones más que para reconocerlas como ladrillos para construir renovadas relaciones.
Conversando con algunos lectores y amigos, con los que compartimos el propósito de contribuir a la construcción de una sociedad más justa y fraterna, hemos podido compartir cómo desarrollamos nuestro trabajo y cómo “producimos” Ciudad nueva. Otras personas nos han manifestado de una u otra manera el deseo de saber cómo ve la luz un
Desde que la amenaza del Covid-19 llegó a nuestras vidas, hubo un término que, con sus diferentes derivados, se ha repetido y se sigue repitiendo incansablemente: cuidado. En distintos ámbitos, esta palabra fue creciendo con una connotación vinculada a un entendible peligro, al temor y al miedo de contagiarnos de un virus que, desde diciembre de 2019, se ha llevado muchas vidas en todo el mundo. Y cuyas consecuencias, como agravante, siembran incertidumbre y agudizan situaciones de pobreza y vulnerabilidad.
Resignarnos a regresar a una “nueva normalidad” sin cuestionarnos en qué consiste y cómo podemos contribuir a moldearla, implica haber desperdiciado las oportunidades de aprendizaje que nos ofrece la peor crisis que le ha tocado vivir a esta generación.
Transcurrió ya más de la mitad del año, y aún estamos en pandemia, al menos en esta parte del mundo. De aquellos primeros días de confinamiento hasta hoy, las emociones individuales y colectivas han ido variando, al igual que el foco de la mirada de la sociedad. Cuando el virus tocó tierra en la región
El mundo se detuvo. Un virus invisible pero con un gran poder de propagación paralizó una máquina que venía trabajando a destajo, más de lo recomendable, y que estaba a punto de explotar. Era tal el nivel de exigencia que en el podio de objetivos, mucho más arriba que cualquier otra meta, estaban el dinero,
Cada uno de nosotros hace lo que puede para sobrevivir a la pandemia, a las medidas de seguridad sanitaria y a las consecuencias de ambas, en un día a día que se hace cuesta arriba. Quien más, quien menos, a todos nos golpea la realidad, y nos preocupa cuánto durarán los tiempos difíciles. Probablemente sea
“Ya no se trata de si yo tengo miedo del contagio o si me parece que a otros no les importa nada, sino de que yo tengo que preservar al otro. Yo me preocupo por ti. Yo mantengo la distancia por ti. Yo me lavo las manos por ti. Yo no viajo por ti. Yo
Por: Lorenzo Russo